Carlos Peña
El caso de Chiledeportes es grave. No ha muerto nadie. La integridad física de todos está a salvo. El mundo gira igual que ayer.
Pero la administración estatal mostró unos intersticios que no huelen del todo bien. Y su prestigio -eso que antes se llamaba decencia- está en duda.
No sirve de nada echarse tierra a los ojos. El asunto es grave.
A diferencia de lo que se reprocha a Pinochet (a estas alturas, cada denuncia en su contra, plausible o no, es apenas una nueva raya en un tigre) esto habría ocurrido en democracia. Y no sería imputable a una persona, sino a una coalición gubernamental en la que la ciudadanía depositó su confianza y que, gracias a eso, lleva ya dieciséis años en el Estado.
Cuando una persona roba siempre es posible echarle la culpa a su carácter moral. Pero cuando es un grupo el que lo hace ya no es un problema de carácter: es un asunto de ethos y de reglas compartidas. Y es que para que participen varios (que incluso pueden no conocerse entre sí) es necesario que la apropiación de lo ajeno se haya convertido en una conducta rutinaria, sometida a pautas instrumentales, cuya ejecución llega a formar parte de los deberes funcionarios.
Eso es más o menos lo que muestra el caso de Chiledeportes. La apropiación o el uso desviado de dineros públicos parece estar en este caso tan internalizada que posee todos los rasgos de una conducta racional: se captura un sector del Estado, se hacen presupuestos, se planifica una especie de hurtos hormiga y se distribuyen los fondos en base a criterios de equidad.
Casi un remedo del comportamiento racional y burocrático que Weber describió como parte del Estado moderno.
Sólo que aquí la racionalidad se usa en interés del grupo al que se pertenece y no a favor del interés público.
Eso es exactamente lo que se denomina corrupción. Y es lo que se acaba de descubrir en Chiledeportes.
La corrupción, enseña la literatura, se acrecienta cuando hay poca transparencia y alta discrecionalidad. Si las decisiones públicas se pueden tomar en las sombras y no están sujetas a reglas, o las reglas son susceptibles de tantas interpretaciones que finalmente quedan entregadas a la voluntad de quien debe someterse a ellas, entonces es probable que la corrupción crezca como la mala hierba.
Pero es posible que en este caso la corrupción tenga también otras causas.
La primera es el tiempo. Después de casi dos décadas de pertenecer al aparato gubernamental es difícil ponerse en el caso de ganarse la vida fuera de él. Es como pedirle a un pez que se imagine fuera del agua. Los incentivos para aferrarse al poder con dientes y uñas y saltándose, si es necesario, todas las reglas, son entonces muy altos. Es casi un asunto de supervivencia.
La segunda es lo que a veces se ha llamado el dilema del político. Los políticos profesionales saben que su reelección depende de cuánto bien hagan a la comunidad; pero también de la lealtad que logren de los grupos partidarios. ¿A quién hay que favorecer, entonces, una vez que se alcanzó el poder y el bolsillo del Estado está al alcance de la mano? ¿Al conjunto de la ciudadanía o a los leales? La salida para el dilema es obvia. Hay que cuadrar el círculo: tratar de que el aparato en lo grueso funcione bien para el público, pero, al mismo tiempo, permita una apropiación razonable para el personal del partido (algo así como premiar a los amigos, castigar a los enemigos y hacer justicia a todos los demás). Es más o menos lo que ha ocurrido en este caso.
Todavía es posible que contribuya la alta complejidad del Estado y la falta de vínculos entre quienes tienen la oportunidad de hacerse de la bolsa y quienes padecen las consecuencias políticas cuando el asunto se descubre. Es el caso de nuestro país. Los que llevan los costos inmediatos de las malversaciones, como la Presidenta, están demasiado lejos de aquellos cuyos actos deben ser controlados. La solución a este problema parece evidente. Hay que incrementar los niveles intermedios de responsabilidad y de rendición de cuentas.
En fin, también es posible que este tipo de conductas no estén alentadas por el propósito de remunerar a los operadores sino por el propósito de allegar recursos para las campañas. Mientras la derecha eludiría las reglas mediante donaciones encubiertas de las empresas (que al alterar la base de cálculo de los impuestos obligan a la renuncia fiscal), la Concertación lo haría mediante este tipo de exacciones. A fin de cuentas, cada uno saca recursos de aquel que tiene más cerca.
Pero, sin importar cuál sea la explicación, el asunto obliga al gobierno a actuar con severidad.
Y es posible que eso traiga conflictos internos a la Concertación. Todos saben que en los partidos respiran, a punta de esquilmar dineros fiscales, dos o tres caciques que venden la lealtad de un grupo y prestan servicios políticos. Es lo que se conoce como máquinas. Las hay en todos los partidos; pero es probable que sean más abundantes en la coalición gubernamental, puesto que ella ha dispuesto de mejores condiciones para su sobrevivencia. Esos grupos son a los partidos lo que las barras bravas a los equipos de fútbol. Poseen un gigantesco poder de amenaza que va más allá de las cadenas formales del poder. Los condottieros que manejan esos grupos son conocidos y poseen redes en todos los intersticios del Estado.
Acabar con esos grupos -el caso de Chiledeportes debe ser uno de varios, puesto que lo más probable es que, en el conjunto, cada máquina tenga su respectivo coto de caza- es casi un deber republicano. Y aquí el gobierno de Bachelet posee una oportunidad inmejorable para estar a la altura. Porque si castiga con severidad a esos grupos no sólo contribuirá a que estas prácticas se detengan y aumente la virtud de nuestra vida cívica. También le hará bien a los partidos. Les sacudirá esos puñados de militantes que, como consecuencia de la costumbre, arriesgan llevar una existencia parasitaria.
11 comentarios:
Para darle gusto al dedo.
De esa forma se expresaba el Pato, hijo de “Cañaño”, cuando entrábamos al coto. Siempre de madrugada y con una bolsa llena de tiros. Obviamente, el oriundo de la zona nos había indicado que, en ese punto, las tórtolas bajaban a comer las semillas que la tierra dejaba ver.
Todos tomaban posiciones y yo, como perro, nos aprestábamos a que las ignorantes aves surcaran nuestros espacios aéreos particulares. No obstante, el ruido de las armas se presentaba lejos de nuestros lugares. “Mira esos huevotes, ya han comenzado, pronto nos tocará a nosotros”, comentaba mi cazador esperando el silbido de partida.
Entonces estamos acá, prestando atención en la tierra de las traiciones a estos cotos de trifulca, en donde nada de lo que se está observando es nuevo. Estas prácticas son tan añosas, como el ir en búsqueda de indefensas aves que se han acostumbrado a comer en un mismo punto, desde hace varios años.
Si se va a actuar de buena forma en Chiledeportes; publicación, juicio y castigo. No se puede detener ésta máquina de limpieza, nunca más; ya que los cotos en la tierra de las traiciones son infinitos y caminan en todos los campos, siendo las presas de todo tipo y envergadura. Además, se tiene que indicar que: en ésta cuestión la temporada de caza no existe, siempre es un buen momento para apretar el gatillo y darle gusto al dedo.
Atte.
HSQO
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Héctor Quijada Olguín (Octubre 29, 2006 10:48 AM)
No hay nada que hacer, Chile no tiene oportunidad alguna para limitar la corrupción. Tal como los brasileños a los chilenos, a los electores de los gobiernos de la Concertación, no les importa que el gobierno sea corrupto o nepotista. No es la moral de electores anglosajones la que juega en Chile, no se le piden cuentas al gobierno ni a sus representantes en el parlamento, lo importante es tener una cierta masa crítica de fieles y una beuna política comunicacional.
La Concertación gobierna 16 años ya, la única forma de limitar los daños es la alternancia en el poder, eso ya se ha dicho profusamente, también se ha dicho que se corre el riesgo de crear en Chile un PRI a la mexicana o un peronismo a la argentina, pero nada de eso importa.
Siempre hay quién esta dispuesto a favorecer a la concertación haga lo que haga, explicando lo inexplicable, como no hay muertos no importa.
¿No hay muertos?.
Si los hay.
La corrupción, la ignorancia, le demagogia, las malas o insuficientes políticas económicas provocan menor crecimeinto económico, más cesantía, pobreza, desigualdad, destruyen familias, aumentan la prostitución, la delincuencia y tráfico de drogas.
Muertos hay, que no sepamos contarlos es otra cosa.
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Guillermo Guerrero Rodríguez (Octubre 30, 2006 01:27 PM)
Hey don Alberto Rojas Olivares ¿esos artículos son aplicables al mundo privado?
Digo yo que: si la administración pública está supeditada bajo esos apartados, ya que su gestión está directamente enfocada hacia la ciudadanía ¿qué pasa con las empresas que lucran con la ignorancia de la gente y de sus clientes, menos acaudalados?
Si los directivos y cuanto gerente se reúnen en habitaciones cerradas, para ubicar dónde infringir mayor daño en la Cadena de Valor para que sus ganancias sean cuantiosas ¿eso no es una asociación que atenta contra las personas y sus propiedades?
Creo entender que la sola reunión, organizada, ya es parte de un delito. Siendo así dentro de las fronteras de la empresa privada eso ocurre con una frecuencia que solo la MALA FE puede generar.
¿Quién está libre de lucro para lanzar la primera injuria?
Atte.
HSQO
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Héctor Quijada Olguín (Octubre 30, 2006 04:20 PM)
Llegará el día en que los que han abusado paguen por sus actos. La ley de la compensación ya está en marcha y todos tendremos que reflexionar en donde nos hemos corrompido.
Dado el ejemplo del rabadán, no es bueno hacer juicios en la tierra de las traiciones. Las tórtolas vuelan libres por los faldeos de las montañas y bajan hacia el campo en busca de la semilla que sobra; sin saber que están los seres erguidos de dos patas, prestos para darles muerte cuando sus vuelos son de lo más armoniosos.
He acá una de tantas zonas de exclusión, en donde los programas concientes del poder (señor Smith), toman nota y clasifican para que los cazadores (licantes o nosferatus) hagan chorrera de la malformación de sus castas y prácticas.
Atte.
HSQO
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Héctor Quijada Olguín (Octubre 30, 2006 05:49 PM)
Don Héctor Quijada O:
Inquietantes sus escritos, también los del señor Guerra.
¿La historia y el devenir de nuestro país serán necesariamente escritas con sangre?
¿Con la sangre de las inocentes tórtolas o la derramada en santo sacrificio por los chivos expiatorios?
¿Serán los rabadanes los responsables o seremos nosotros con nuestra inercia contemplativa?
Siento vértigo continuar participando en estas sublimares páginas de opinión.
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Lupercio Morgano Morgado Rojas (Octubre 30, 2006 11:54 PM)
Estimado señor Lupercio:
Note usted que, con el señor Guerrero, tenemos cierta discrepancia. También con el señor Godoy existe una evidente posición que difiere del objeto en observación; sin embargo, a la hora de adentrarnos en el la pista central del circo (politiquería variada), nos replegamos de nuestras posiciones y evidenciamos el artificio.
Toda la maquinaria política, tiene un reloj distinto de los que contienen veinticuatro horas. Lo atemporal de éstas criaturas, pareciera ser que se acopla con la nuestra pero no es tal. Así, cuando emergen ésta paradojas, tomamos el asunto como lo presenta el rabadán: Una metáfora bien estructurada, de una ecuación que tiene las variables siempre latentes.
Tal como usted se lo cuestiona, surgirán los elementos que coexisten y laten en el jardín izquierdo; esos que éste circo cobre con su carpa monumental pero que, de apoco, saltan como fuegos artificiales, haciendo reír a unos y aplaudir a otros.
Fijate
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Héctor Quijada Olguín (Noviembre 1, 2006 11:06 AM)
Querer cambios en la casta política, es un sueño embriagador; que varíe el accionar de la máquina, en la tierra de las traiciones, es un anhelo de las juventudes emancipadoras; la sucesión es una plausible condición en éste ambiente; esperar que la mutación se haga presente, solo si la raza dominante descomprime, pero.... Superposición es factible, ya que el Chile del futuro necesita de todos nosotros con otro chip, nueva Ram y mejor disco duro.
El gran desorden es que: todavía anhelamos acercarnos al modelo Imperialista, siendo que podríamos ser R-evolucionarios y despegar hacia el futuro, mostrando probidad hacia nosotros mismos.
¿Alternancia cierto?
Fijate
La pilastra del rabadán:
Estimados e-contertulios, observo como nos damos en todos lados y vertemos un sinnúmero de atenuantes para éste caso, emblemático, de la gestión en la tierra de las traiciones.
Recuerdo el libro “La cofradía blindada” y su denuncia a los variados mecanismos que se estructuraron, en el gobierno militar, para usufructuar de las falencias públicas. Muy cerca de mí está la corrupción, y esa se sucede en la municipalidad de Maipú y su insigne departamento de agua potable. No obstante, mi progenitor se ríe y me hace la observación cuando él estaba administrando las salidas y entradas del señor Dávila al edificio central de Codelco.
Observen ustedes como la humanidad de nuestro actuar, se filtra hacia los mecanismos administrativos; luego pasa hacia los controles y termina decantándose en registros biteados para luego pasar al haber del controlador y, nuevamente, la humanidad cobra el valor.
Es un círculo y solamente en la pilastra del cabrero se hace historia de aquello.
Espero que no estemos en la mira de un calibre 12 de repetición, ya que no me resisto a la tentación de éste semillero de decantación.
Fijate.
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Héctor Quijada Olguín (Noviembre 1, 2006 05:19 PM)
Ethos:
Mi estimado rabadán, como diría uno de mis compañeros de universidad: “Este es el comportamiento de estos “huevones”. No saben hacer nada más que mutar en su propia originalidad. La practica es muy cuestionable pero... He aquí la arena política, en donde gladiadores, leones, carros y fosas receptoras están para el deleite de la plebe. Unos indicarán con el pulgar hacia arriba y otros hacia abajo. La idea es siempre tener víctimas para hacer la cosa sangrienta y atractiva, mientras –mucho más arriba- la máquina toma un rumbo que, para Damocles, no es posible abordar.
Fijate.
Heme acá preguntándome ¿por qué en Chile ocurre lo que acontece?
¿Será nuestra raza indómita que mutó hasta lo que hoy logramos ver? Mezclas con inmigraciones de todas las latitudes, ¿tendrán algo que ver, con nuestro actuar?
“Nada de aquello padaguan”, mi mentor me indica. “Algo mas tenebrosos y macabro encierra toda la “politosfera” –esa es mía-. “En esos campos llenos de sendas verborreas, se esconden los oscuros planes de los que saben que hay que aprovechar mientras dure el cuento”.
Las condiciones que se han formalizado y estructurado en Chile, caminan desde que las castas política, castrense y elitista entendieron que nunca tendrán autonomía en éste planeta. Cualquier síntoma de emancipación será aplastado y quienes están en desacuerdo tendrán escasas posibilidades de sobrevivir
Entonces se dijeron todos en una época, muy particular: “A la sociedad le debemos quitar su poder”. Desde entonces, no ha existido prensa alguna capaz de defendernos de todo esto.
Si nuestra prensa tuviera equilibrio podríamos ir a combatir con sendas escopetas, una infinidad de tiros y asesorados por un buen cotero.
¿Qué hablarán las escuelas de periodismos, nacionales, en la UDP a sus homologas de Latinoamérica? ¿Serán interlocutores válidos quienes, hoy, están a la cabeza de los estamentos de in-formación nacional?
¿Siendo usted el próximo Rector de la UDP, indicará una nueva senda a las cátedras del istmo-periodo o periodo-istmo?
Obsérvenos como escribimos y nos superponemos, uno con otros, para indicar nuestro pensamiento, el cual está tergiversado por un 4° poder destrozado entre la farándula y, valga la redundancia, Engañodeportes.
Fijate.
Sr. Carlos Peña G.
Quien lea estas líneas no suponga que estoy tratando de meterme en política o la contingencia. La ley me lo prohíbe, por ser extranjero (desde hace 47 años), pero no me impide opinar de moral y lo tratado es de ese carácter.
Los que voy a mencionar han de ser hechos repudiables en Mongolia Exterior y, si por casualidad, lo son de uso en otro lugar el ubicarlos allí será responsabilidad de quien lo haga.
Ejemplos de Corrupción pueden ser, también:
--- Prometer, sin tener poder, para engatusar o conseguir adhesión.
--- Construir con lujo para los dirigentes influyentes y entregar casa indignas (p. ej.: con múltiples goteras y espacio mínimo) para los sin poder.
--- Asignarse más de lo merecido y escatimar a los de menor estrato social.
--- Influir, con descaro, en propio provecho o de sus allegados.
--- Llenarse la boca con “la vocación de servicio público” y los bolsillos “sirviéndose del público”.
--- Viajar con privilegios, sin costo, y “por las puras h…”.
--- Suponer que filantropía reemplaza a JUSTICIA.
--- Fomentar la incultura para tener cada día más “giles” disponibles.
--- Llenarse de riqueza y poder con obras de cualquier dictadura y hacerse los “h…” ajenos de los crímenes que las posibilitaron.
--- Usar el concepto de “nuestros hermanos los más pobres” como un flagelo y hacer lo posible para que se mantenga ese estado, como si fuera una “virtud” que ayuda a llevar la Cruz de Cristo.
--- Poner al Redentor como testigo, aval e inspirador de nuestras mentiras.
--- Usar la educación, instrucción, salud y trabajo como una fuente muy provechosa de lucro.
--- Usar el “outsourcing” o contratación externa, sólo como modo de pagar menos de lo Justo y con incertidumbre.
--- Suponer que la única forma de “corrupción” consiste en lo conocido como “meter las manos en el tarro” de los Caudales Públicos.
Como una forma de terminar, Sr. Peña, yo también creo que soy corrompido pues, acostumbrado a tanta “m…” ya me falta claridad mental para decir otros ejemplos.
Atte. EL TOÑO (con T)
Posteado por:
Juan Antonio ESTEBAN ALTUBE (Noviembre 2, 2006 08:22 PM)
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