Mientras avanza el tiempo y los sistemas se reconvierten, al parecer queda muy poco de lo inicial; no obstante, es muy obvio que ese poco acumula una gran cuota de poder. Capacidades que están en condiciones de mantener los códigos que aún son necesarios para coordinar el control, pero están en desfase terminal con los que se han de dominar.
Fíjese usted en la hija del alcalde o en el hijo del ex presidente. La primera con discurso moderno, frontal y honesto, pero impracticable para no salirse de la ideología discursiva positiva. El otro, yéndose al epicentro de la masa votante, haciendo gala de un bagaje incuestionable. Aunque los ejemplares que le he puesto son disímiles, opuestos y contravienen los postulados de su columna; sirven sin problemas para indicar que: son los mismos renovándose y ajustándose mientras sus ancestros les dicen cuanto es lo que se ha de hacer, traspasándoles su influencia y vocación de labor.
Todo esto ¿por qué? Ya se sabía de la atomización de la política en estos tiempos. Cada cual saliéndose de sus tiendas y armando otras. El cambio se perpetuó y ese llegó hasta los campos incólumes de la política, avisándoles a varios del nuevo tiempo. Sin embargo, el hegemónico, gravitante y arrogante cuerpo falangista (cabecilla de la concertación) aún no cede a tal condición. Observando que su columna, señor Peña, es atingente al fenómeno.
La esperanza nunca se pierde, aunque ya es complicada tratar de encontrarla mientras seguimos observando como unos se alistan y condicionan con coherencia; y otros llegan pero no los acondicionan vehementemente. El perder se da por no saber, no querer y dejar de entender.
Reciba un cordial saludo
Atte.
HSQO
CH1
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