A bordo de un Camión.
Ya que el sistema y mi persona están en franco rechazo, he optado por reflexionar mientras me desplazo por las calles, hacia la tierra de las brujas y el caldero (Talagante). El camino me muestra una ruta inequívoca; no obstante, los tiempos son diferentes si es que la máquina que yo conduzco obtiene una indicación mía a través de un pedal.
Me mantengo en el costado derecho de la calzada y los que vienen en sentido contrario se desplazan por la izquierda. Yo no puedo adelantar por la derecha y si es que requiero hacer una maniobra debo estar preparado para observar por los retrovisores izquierdo y derecho, lo que se me aproxima por la espalda.
Siendo en esos momentos que, en donde mis sentidos se multiplican y obtienen un automatismo, me cae la teja: El motor del mundo (al cual estamos acostumbrados) se rige por esas simples y sutiles instancias que comento; tiene un lenguaje desnudo y muy dúctil –palabras del traductor de mi familia, Esteban-; su población no se mide en el consumo y, al parecer, ya se proyecta un nuevo cambio radical -¿cambio de gobierno en el 2008?- sin dejar de avanzar por su gran camino ¿camion?
Entonces, estamos nosotros tratando de igualar marcas mundiales. Hacernos del idioma del comercio y forjar una identidad paralela a los insignes valores del águila y el oso gris. Sin embargo, no vemos como liquidamos nuestros orígenes y además, entre la Politosfera, el Mercado, el derrotado 4° poder y nuestra exacerbada atomización nos gusta ser vasallos.
Yo, por lo menos, me he atrevido al igual que éste medio a decir que soy 100% chileno, no soy del agrado de muchos y la educación se ha de librar de sus ataduras al puerto. En estricto rigor no va a pasar nada: El sistema no colapsará, ya que el poder del dinero y la fama de los establecimientos, seguirá gobernando Chile; no obstante, se le dará la posibilidad a muchos para que emigren orgullosos de pertenecer a un país conciente de su realidad, creencia y cultura.
Fijate.cl
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