domingo, septiembre 20, 2009

Delicuescencia:

Qué palabra tan fuera de mis anales –en todo caso hay infinitas-, para referirse al fenómeno que el día de ayer me comentó un funcionario, a contrata, de la Municipalidad de la Cuna de la Patria. En realidad sus palabras, excelso rabadán, le ponen el sello a un cuadro terminal de un conjunto de individuos que se enquistaron en las bases del aparato y lograron hacer lo que están diseñados a obrar: caducar.
Reconozco el derecho de las personas a trabajar y a mantener su puesto de trabajo. Considero que una organización debe atesorar a sus elementos que le dan dinámica y valor, para incrementar la cuantía de la entidad y así no desconocer su importancia. No obstante, nos alcanzó un tiempo que ya no espera a que las reconversiones vengan desde un juicio final y la extremaunción sea aplicada desde una absorción y/o fusión con ente mayor.
Este era el tiempo que todos preconizaron; hasta Guzmán fue docto en hablarnos de este tiempo de cambios. Sin embargo, ¿qué se le puede pedir a una sociedad de base que no está preparada para abandonar lo que ha creído, obtenido, capturado y poseído? Se le dieron las tablas para acatarlas, pero no logran encausarse en ellas y tampoco quieren hacer nuevos esfuerzos por reformular una evolución del credo.
Esta vez aposté por el cambio y lo hice con una de las personas que más me ha gustado apostar en esta vida. Lo hice con la fe de un tipo que ve la constante a perpetuarse: Una Fe viva que impulsa a los más estoicos, a sensibilizarse con una población que solo espera una nueva canción, sin perder acordes que evocan la tradición y no caer en esta –bien observada por usted- evidente licuación.

Reciban un Cordial Saludo

Atte.
HQ
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