En el barrio de mi abuela.
Observo como escribe quien no ha estado en muchos lugares, no se ha desplazado por todos los sectores y no percibe como están los que pronto deberán desaparecer ¿o no?
En el infra-mundo de los comerciantes (traficantes de drogas, en extremo exterminadoras) todo ocurre con una pasividad muy deformadora de lo que se puede revelar en un tabloide. Los fuegos artificiales están durante todo el año en boga y el corre que te pillo no tiene fin. Real-mente, no existe poder de apreciación para quien no ha estado allí.
Entonces provienen los ejemplos y ellos tienen que ser servibles para todos los demás. Hechos que, configurados por un Sistema ultra-controlador, puestos por los MCM para generar la melodía en el torrente colectivo, debemos tomarlos como la realidad. Sin embargo, vean ustedes juristas que han logrado obtener el beneplácito de la elevación por sobre miles, que hoy ya no estamos para burdas comparaciones entre ministros y diputados.
Esas instalaciones mediáticas en donde ya sabemos lo que son y lo que seguirán siendo, estamos los que se nos han denominado BIP y somos más. Todo ocurre porque se ha perfilado así y no fraguado. Los hechos están por la extremada concatenación y no por la “hipervinculación”; esto último destructor, indiscutido, de las esferas que no logren manipularla. Siendo una obligación para mí avisarles a los Blanlot y a los Cristi.
Pero lo irónico y sádico es que por el barrio de mi abuela no están los famosos clavos y no pone música Satoshi Tomiie (el más eximio exponente de la música electrónica para mí) Los elementos a considerar son: el Shampoo Ballerina, (en sachet de $100 pesos) y cumbias varias, más el engrama involucionado que es el Regeaton.
Fijate
PD: En todo caso, los jueces ¿no partieron siendo mechones?
lunes, marzo 05, 2007
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